Rol del Docente Orientador
Cada vez es mayor la exigencia que recae sobre la escuela y, en general, sobre el sistema educativo, a través de posturas políticas y teóricas que configuran el perfil del docente como un profesional de la educación con capacidad para comprender, atender y resolver la complejidad de situaciones escolares como parte de su labor orientadora. En tal sentido, el rol del docente en una sociedad moderna trasciende de su labor en el aula de clase y se despliega al campo profesional de la educación, de tal forma que su función y acción no puede pensarse exclusivamente en un escenario físico, con pupitres, textos escolares y estudiantes, sino que se extiende a un campo social y humanístico que tiene como fundamento científico la pedagogía.
El Estatuto de Profesionalización Docente es una de las fuentes apropiadas para comprender la esencia del docente como profesional de la educación. En este documento se concibe a la educación como un escenario complejo caracterizado por una serie de condiciones y al docente como un profesional en constante desarrollo. De igual manera se deja claro que la condición de profesional de la educación no está definida por un título universitario, sino que corresponde más al desempeño del docente.
Por su parte, una aproximación a la definición del maestro como profesional es la que hace Altet (2005: 38), quien considera que se trata de una persona autónoma dotada de habilidades específicas y especializadas, ligada a una base de conocimientos racionales procedentes de la ciencia y legitimados por la academia, y de conocimientos explícitos surgidos de distintas prácticas. Así pues, el maestro profesional es ante todo un profesional de la articulación del proceso de enseñanza – aprendizaje en situación; un profesional de la interacción de las significaciones compartidas.
De igual manera, esta relación teoría y práctica es destacada por Pérez Gómez (2008: 190), cuando resalta que el conocimiento profesional del docente emerge en y desde la práctica y se legitima en proyectos de experimentación reflexiva y democrática en el propio proceso de construcción y reconstrucción de la práctica educativa. Se trata de la compresión situacional, asumida como un proceso de reconstrucción de la propia experiencia y del propio pensamiento al indagar las condiciones materiales, sociales, políticas y personales que configuran el desarrollo de la concreta situación educativa en la que participa el docente.
De igual modo, el docente orientador actual debe apoderarse de los temas transversales y enseñarlos, para que los niños garanticen sus derechos. Debe trabajar dentro del aula temas relacionados con derechos humanos, salud educación sexual, educación para el medio ambiente, valores, y prevención de desastres, entre otros.
Considerando esta nueva visión del docente como formador integral, surge un nuevo campo de trabajo dentro y fuera de las escuelas, relacionado con el término orientación escolar, profundizando este concepto como un proceso de ayuda continuo a todas las personas de la comunidad educativa, en todos sus aspectos, con una finalidad de prevención y potencialización, mediante programas de intervención educativa y de desarrollo social, basados en principios científicos y filosóficos.
De este modo, la orientación escolar puede ser considerada como una ayuda continua que se ofrece a los estudiantes y demás actores educativos, en temas relacionaos con el estudio, la adaptación escolar y las circunstancias que obstruyan el óptimo desarrollo integral. Por esta razón, dentro de la labor docente se deben incluir espacios y funciones que permitan su desempeño como orientador.se fomenta una educación activa y participativa, donde se tienen en cuenta las necesidades particulares de los alumnos, y donde el docente sirve como guía y acompañante del estudiante durante su proceso de aprendizaje. Asimismo, dentro de su rol está el de ser un formador que busca en sus estudiantes no sólo el desarrollo intelectual, sino que también se interesa por garantizar la protección, el cuidado, el aprendizaje intelectual y de valores que garanticen vínculos que favorezcan la sana convivencia en la sociedad en donde se desenvuelvan.
En esta práctica como orientador, se espera que el docente sea capaz de desempeñarse como observador crítico de posibles circunstancias o problemas que se generen dentro o fuera del aula y empañen el proceso de formación de las personas involucradas. Debe idear estrategias de prevención en posibles casos que puedan ocurrir, o del mismo modo tratamientos oportunos y adecuados en situaciones que se estén presentando. Cabe destacar que, esta labor no es sólo responsabilidad del orientador, sino que se debe crear un vínculo de correspondencia y co-responsabilidad con las demás personas que están presentes en el contexto en donde se desenvuelven los niños, específicamente con el Estado, la sociedad y la familia.
Por otra parte, la asistencia del orientador en el escenario educativo comprende una serie de funciones planificadas para producir cambios en los orientados, a nivel individual, grupal u organizacional. Está asistencia puede ser de carácter curativa o remedial, preventiva, de desarrollo o de asesoramiento. Estas funciones sugieren un papel tanto reactivo como proactivo por parte del orientador. Tradicionalmente al orientador se le ha ubicado en un papel esencialmente reactivo, esto es, atender al orientado solo después de la existencia de un problema, cuando éste recurre en la búsqueda de su ayuda. Actualmente se reconoce la existencia de otras funciones del que hacer del orientador como la prevención de problemas, la promoción del desarrollo positivo en el individuo.
Esta concepción permite caracterizar la naturaleza de la profesión del orientador sustentada por el componente “relaciones interpersonales” fundamentalmente. La connotación de interpersonal nos ilustra que el acto orientador es una conexión significativamente humana y evidente. Es una operación de feeb-back liberadora, de aprehensiones y de limitaciones. Es un acto constructivo y creativo de expectativas. En ese encuentro uno de los factores intenta promocionar, conservar y estimular el desarrollo y crecimiento del otro factor, en el abordaje de aquellos asuntos personales que les compete. Dicha noción de las relaciones interpersonales tiene grandes implicaciones para el problema de la formación del orientador. Está claro que el componente interpersonal exige al estudiante de orientación la obtención y ampliación de competencias internamente relacionadas a su persona, a su comportamiento y formas de expresión, y muy particularmente a la manera subjetiva de ver el mundo y las relaciones interpersonales que en éste se efectúa.
Por consiguiente, formar orientadores es una tarea compleja por cuanto al trabajo profesional de los orientadores se basa en los procesos humanos, como individuo y como ser social, así que este perfil requiere de un esfuerzo personal y intenso en el ámbito intelectual, emocional y de actuación en la tarea de adquirir las competencias para el ejercicio de la profesión. Para el docente orientador, es vital para su acción profesional en el trabajo con las personas y los grupos, que también adquiera una serie de habilidades “personales, cognitivas, emocionales, relacionales y de actuación que soporten la utilización experta de las teorías, modelos, técnicas y estrategias que integrarán su repertorio profesional.
En todo caso, los docentes orientadores son profesionales que poseen las competencias para desarrollar programas que fomentan un ambiente institucional de armonía, colaboración, afecto, respeto y que se fundamentan en los valores individuales y sociales que permiten disfrutar los aspectos positivos de la vida.
Orientador en las diferentes áreas de gestión para dar cumplimiento a los objetivos misionales y organizacionales, deben hacerse visibles, observables y cuantificables durante el ejercicio de sus responsabilidades. Tiene que contribuir en el proceso de evaluación de los resultados de la gestión y definición de los planes de mejoramiento institucional continuo. Del mismo modo, colabora en la definición de formas y canales de participación de la comunidad educativa para el cumplimiento de los objetivos institucionales. También con la dirección de la institución para crear un adecuado clima organizacional favorable para los procesos académicos y administrativos.
Por otra parte, desarrolla estrategias e instrumentos destinados a promover y evaluar la convivencia institucional. Atiende la consulta personal sobre aspectos psicológicos y sociales demandados por estudiantes y padres de familia. Diseña y pone en marcha la escuela de padres para apoyar a las familias en la orientación psicológica, social y académica de los estudiantes, e identifica los conflictos y promueve la resolución pacífica de éstos, con el fin de propiciar un clima de entendimiento y reconocimiento de las diferencias.